domingo, 8 de junio de 2014

Plan A.

Cada tarde salimos a tomar el aire, que ya es más una brisa sedosa y cálida que aire fresco. Una vez cruzado el río nos encontramos en territorio placentero. Exuberante vegetación, tierra, luces y sombras se combinan de la misma manera desorganizada, azarosa y a la vez elegante que lo hacen los gritos y gorgoteos de niños y golondrinas bajo el trocito de cielo que nos toca. Tenemos la enorme suerte de vivir al lado de un enorme parque, lleno de vida, con jardines antiguos y zonas de recreo sin acceso a tráfico rodado.
El Cachorro es una persona de costumbre, es curioso su ritual; el fútbol es su juego estrella destacando sobre todo lo demás, toboganes y columpios colindantes de fácil acceso y disponibles sólo son el plan B. Para poder ejecutar su plan A necesita más participantes, para ello primero se sienta y observa. Supongo que debe de trazar su propio plan de actuación estudiando el entorno para elegir al 'amigo-posible compañero de pelota', lo capta sin problemas. Solo a de levantarse, dar unos cuantos toques y hay estará. Veo gestos de acercamiento, escucho sólo palabras sueltas: equipo favorito, mi pelota, Cristiano Ronaldo, portería, defensa,.... Ya está, no falla, y lo sabe. 

Mientras tanto me acomodo placenteramente en mi banco particular, es duro y tosco, pero últimamente se ha convertido en mi lugar de lectura; necesito alzar la vista cada párrafo, localizar a mi Pequeño y continuar con este placer que tan olvidado tenía.
A última hora de la tarde, normalmente y si la apretada agenda de S lo permite nos acompaña ya antes de volver a casa. No sin antes tener unos minutos de complicidad, miradas y risas, entre padre e hijo, este segundo siempre orgulloso en cuanto lo ve aparecer grita: -¡mi padre también juega!. Y normalmente lo acompaña de un contundente: -!y juega en mi equipo¡.
Compartiendo unos caramelos con una desconocida.
Esos últimos momentos de vuelta a casa me suelo mantener al margen porque creo que son ratos de calidad entre padre e hijo. Es un tipo de acuerdo tácito al que hemos llegado. Ellos comparten un helado, unos frutos secos o cualquier 'chuche' mientras juegan y conversan, yo, y normalmente mi cámara, nos mantenemos a una distancia prudencial, observando.
Sonriendo. Tocando el cielo.

14 comentarios:

  1. Qué bonito Pilar, qué bien describes una tarde con tu pequeño!! Y las fotos espectaculares!!

    ResponderEliminar
  2. Muy bonita entrada y unas fotos espectaculares! Me encanta el amor con que relatas la tarde..
    En cuanto a lectura tenemos el mismo "libro" jejeje besos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Siiii...... no me separo de él, ahora que el niño me deja mis ratillos.
      Gracia Sonia por pasar.

      Eliminar
  3. Respuestas
    1. Gracias Verónica, sin vosotras no sería lo mismo. Cuanta riqueza dais.

      Eliminar
  4. Me ha trasmitido mucha tranquilidad, precioso! y tú niño preciosisisimo!. Yo no tengo hijos, pero he criado prácticamente y sigo en ello a diario con 4 sobrinos, y el único niño, es el pequeño que ahora tiene 5 añitos, por motivo de trabajo de sus padres, pasa mucho tiempo conmigo, así que la escena del parque me es muy familiar, aunque aún no consigo relajarme leyendo porque se me suele perder de vista jeje...Gracias por compartir tus momentos ;)

    ResponderEliminar
  5. Hola Pilar! Que entrada y que fotos tan preciosas! Dan ganas de pasear por ahí!

    ResponderEliminar
  6. Me gustan todas las fotos pero en especial la última! Me encanta este blog!

    ResponderEliminar
  7. Esta es una buena tarde!!! Simplemente un lujo :-)

    ResponderEliminar