lunes, 13 de febrero de 2023

Lecturas 2023




 


Puntuación: 6



Puntuación 9




Puntuación: 7



Puntuación: 7




Puntuación 7



Puntuación 5



Puntuación 6



Puntuación 7













jueves, 10 de noviembre de 2022

Cena sencillita y ligera

Las tardes largas oscuras del otoño. Sobre fondo oscuro ventanitas anaranjadas con luz propia resaltan, surgen en la oscuridad de edificios que poco a poco se apagan, se funden en grises oscuros. Lámparas, cortinas, sombras que se mueven,.... Tan poco y tan sugerente. La vida transcurre mas allá a unos escasos metros. Donde no alcanzo ver. Gente ocupada, familias en ebullición, señores en batín, niños descalzos con chupetes, abuelas dando cabezadas,...

Imagino una pareja de edad avanzada, ociosos, sentados alrededor de su mesa camilla, con la luz anaranjada que se escapa por la ventana, olor a naranjas recién peladas, envoltorios de caramelos de menta para la tos junto a los folletos de publicidad del super de abajo, con las gafas de leer patillas arriba descansando sobre los cristales.    

    - Pan y queso para cenar, y de postre unas perillas que se van a madurar de más.

Dice ella mientas se deja caer hacia atrás en su sillón orejero deformado por su peso.


Imagino a un padre preparando la cena sencillita y ligera para su crio de pocos años y para él. Que siempre piensa lo mismo - esta noche no tengo hambre, me tomaré algo ligero y eso que me ahorro. Todo este discurso mientras no para de echarse a la boca cualquier cosa comestible que encuentra por el camino. El niño con su pijama de Toy Story sentado en la mesa de la cocina observa a su padre jugueteando con unas piezas de lego mientras le habla de sus viejas zapatillas comparándolas con las de su amigo Vicente:

     - ... que son mucho más chulas y muchos más rojas papá y corren muchísimo más rápido.

El padre le mira, le asiente abriendo los ojos como sorprendido con la gran suerte de Vicente mientras traza un nuevo plan para su cena, porque parece que finalmente sí, sí que va a cenar. El olor a tortilla francesa se abre paso desde la cocina hasta el último rincón de la casa.





Imagino tanto. Tanto con tampoco. 





 






lunes, 7 de noviembre de 2022

Salmón y marrón chocolate

 El color de las paredes. Salmón, claro y oscuro, albero, marrón chocolate, blanco roto, vainilla,....

Sala de espera. Sillas separadas por un metro de distancia. Tres en un lado y junto enfrente otras tres. Pues va a ser cierto que la gente no sabemos esperar mirando la pared de enfrente. Que el recurso de móvil en la mano ya no es cosa de adolescente ni mileniars. Que no. Me arriesgo asegurar que yo era la más joven de la sala y la única que les observaba sin ser observada, claro que si, pues todos los demás tenían puesta su atención en la luz azul que le salían de las manos. Me ha resultado de lo más curioso. ¿Salmón y marrón chocolate?. Podía escudriñar en el estampado de sus calcetines, la  limpieza de sus cabezas, el año de fabricación y venta de sus zapatos, diagnosticaba sus profesiones descifrando sus outfit,... y todo sin ser vista en el más completo de los anonimato. 

     - ¿Es usted el inspector?

Era la segunda vez que le preguntaba el 'médico de la America dos tallas mas grande 'al paciente que justo entró en el Centro detrás de mí.

    - No, soy paciente. Vengo a ver a Rosa (nuestra doctora).

Pasamos uno detrás del otro a la sala de espera. Y aquí estamos. En total somos cinco pacientes esperando. Me esfuerzo por contemplar la escena, no voy a mirar el móvil. 

Color de la pared: salmón. Color de columna central: marrón chocolate. Hay tres sillas vacías y en fila, me he sentado en la de en medio. El señor que me sigue todo el tiempo en la de mi derecha, justo al lado de la puerta donde sale y entra repetidas veces el 'médico de la America dos tallas mas grande' acarreando enseres médicos dentro de su consulta. Observo los nombre de los facultativos inscritos al lado su puerta. Son dos, un traumatólogo y un reumatólogo. Intento averiguar si tiene cara de Alberto José o de Alfredo. Uff,.... difícil.

    - ¿Es usted el inspector?

Vuelve a preguntar por tercera vez.

    - No. Pero casi lo fui. Si quiere le firmo donde haya que firmar.

Sonrío. Miro a mi compañero de espera y me devuelve la sonrisa, orgulloso de su espontaneidad. Al médico de la americana dos tallas más grandes no le hace gracia. Debe de andar bastante preocupado por aprobar la examinante mirada de ese inspector que no da señales de vida.

Salmón y marrón chocolate. Quién decide los tonos de nuestras paredes. Quién se aventura a tomas estas decisiones tan..., no encuentro el adjetivo, importantes. ¿Salmón? ¡venga ya!, ¿en serio?.


Chocolate

Salmón chocolate





viernes, 4 de noviembre de 2022

Que no volverá a llover



Querido diario,... qué dificil es esto. Vale, empiezo. Me gusta escribir, lo voy hacer para mí. Para nadie más. Voy hacerlo sin pensar en el porqué. Me gusta escribir. Me va ayudar. Me ayuda.

Llegados a este punto del camino, así de transcendental estoy, quiero hacerlo. Para permanecer. Voy a fluir con la corriente, es inevitable, pero mi deseo de permanencia me ha vencido. Y la manera de demostrarlo es volver a escribir. 

No quiero releer esto hasta que termine de desahogarme.

Permanecer.

Es cómo cuando empiezas a comer pipas, sin pensar, sin parar, sin objetivo ninguno. Y no. Lo sé. No tiene nada de poético este comparación.

Pero me reitero, no quiero hacer esto bajo el yugo de un juicio ajeno. 

Lo voy hacer para mi, por mi.

Vale.

Como inicio me basta.

Hoy, 4 de noviembre de 2022. En Granada. No llueve. No llueve desde hace mucho tiempo, mucho. Demasiado.  Mi padre, antes de ayer afirmó: ya nunca volverá a llover. Lo dijo convencido. Lo afirmó. Y pensé. ¿No será cierto que lo piensa?. ¿Es esa la pena que lo embarga?. ¿Ha perdido la esperanza?. ¿De todo lo bueno?. Es eso cumplir más de ochenta... creer que ya todo va ir a peor.... Que no volverá a llover.... ¿Espera la muerte como algo oscuro, malo, vacío, triste?, ¿qué verá al final del camino?. La sentirá como un premio de consolación,...

Ha sido la festividad de todos Los Santos. El día de los Muertos. He sido consciente que estoy rodeada de muerte. Es literal. Inventé un juego: no sé porque, pero jugué a caminar por el pueblo, por mis calles, a recordar todas y cada una de las personas que conocí y que ya no está, a recordar a mis muertos. La idea de este pasatiempo la cogí prestada de la película de Pixar, Coco, de la idea mejicana de honrar a nuestro muertos recordándolos. Fue haciendo este sencillo y macabro juego como fui consciente de que quizás sean más los muertos que me rodean que los vivos con los cohabito. En cada casa, en cada puerta, en cada rincón,... tengo muertos que recordar. Gente que se fue. Gente que ya no está. Personas que recordé. Sus pasos, sus cuerpos, sus sonrisas, sus presencias,... estaban allí. A mi lado. Y solo he vivido 46 años en estas calles. Mis muertos, más los muertos de la generación anterior, más la anterior, más la anterior,...... 

Presencias infinitas. Fantasmas por doquier. Y todos los que vendrán. Y yo. Y tú. 

Qué extraña es la muerte. Hay que abrazarla. Está ahí justo al final de cada camino. No hay que temer. Tan cercana. Tan lejana. Tan propia.

Honré a mis muertos. Honré a la muerte. Me sentí bien. Ahora creo que formarán parte de mi paisaje. Mis ojos los volverán a mirar. Y ellos a mí. Y sonreiremos. Si. Sonreiremos juntos.












miércoles, 8 de noviembre de 2017

Paraísos cercanos.

Quiero ir a Úbeda y Baeza, y a Ronda, y a Antequera, y al desierto de Tabernas, a las playas de Cádiz y a las Marismas de Huelva,....quiero ir.

Y por fin comenzamos el camino, paso a paso,....

No traigo las fotos de las bellas calles de estas ciudades medievales fantásticamente conservadas, que aun a día de hoy me pregunto como lo han conseguido. Pero sí un ratito que echamos los tres intercambiándonos la cámara.